Que florezcan cien tipos de cambio

(Foto: Noticias Argentinas).

Qatar, Coldplay y la mar en coche. Más vale devaluar de a poquito que a lo grande, pero… El dilema del año electoral y la inflación antisalarios.

Antes de Sergio Massa y ahora con él, el Gobierno parece compenetrado con la máxima maoísta de que «florezcan cien flores» –remixada y multiplicada en otro contexto por Néstor Kirchner–, al menos en el plano cambiario. Este martes nacieron dos nuevas y, aunque el número por ahora sigue lejos del cien, el problema es que vienen con espinas. Los tipos de cambio «Coldplay» y «Qatar» –una versión 4.0 del «tarjeta»– siguen un libreto que, en lugar de sacar a la economía del pantano, la ha metido bien adentro, ya casi en el centro del mismo. El ministro de Economía ha dado muestras de que, incluso a pesar de la visión de su principal técnico, Gabriel Rubinstein, pretende abordar la escasez de reservas del Banco Central con nuevas vueltas de tuerca sobre el cepo en lugar de decidir una megadevaluación del tipo de cambio oficial, algo que sería ruinoso para la población y, en consecuencia, para las chances electorales del Gobierno.

A los cargos conocidos para el «dólar tarjeta» –el impuesto PAÍS del 30% sobre la cotización oficial más 45% a cuenta del impuesto a las Ganancias–, Massa decidió sumar un 25% como anticipo de Bienes Personales para quienes gasten en el exterior más de 300 dólares. Pasajes, hoteles y compras de electrónicos, entre otros ítems, caerán dentro de la categoría del “dólar Qatar», tal como lo ha bautizado, con ingenio, el periodismo especializado. Los mismos cargos correrán para la adquisición de un listado de bienes considerados de lujo.

Asimismo, el “dólar Coldplay», destinado a costear la contratación de artistas del exterior, sumará simplemente el 30% del impuesto PAÍS a la cotización oficial.

Con todo lo anterior, afirman que ahora sí habrá divisas para abastecer la necesidad de insumos importados del aparato productivo y que no habrá ninguna limitación cuantitativa para gastar afuera. Sin embargo, para llegar a diciembre –del año que viene–, probablemente haga falta volver a entregar algún estímulo a los exportadores, al estilo del reciente «dólar soja», cuando llegue la temporada alta de la oleaginosa, en abril. Sin eso, la palabra «silobolsa» podría volver a ponerse de moda, tal como se observa en el hecho de que, sin aquel, el Banco Central ha vuelto a convertirse en un vendedor neto y cotidiano de divisas.

La condena de la historia

Es entendible la resistencia a devaluar –en serio, no de este modo parcial–, sobre todo en un régimen de alta inflación como el actual –flagelo del salario y de la interna del Frente de Todos–, que no haría otra cosa que empeorar. Sin embargo, esta estrategia en la que el Gobierno reincide no ha traído soluciones. Hay que recordar que el «dólar tarjeta» nació, ni bien debutó Alberto Fernández, con el recargo del 30% del impuesto PAÍS. Como eso no alcanzó para emparchar la cotización oficial, se le agregó un 35% a cuenta de Ganancias y luego, diez puntos más. Ahora, 25% a cuenta de Bienes Personales…

La experiencia demuestra que estas devaluaciones parciales, desordenadas incluso, terminan poniéndole un piso más alto a los tipos de cambio paralelos, especialmente el blue, que es en el que menos puede influir el Gobierno y que este martes mismo, apenas con los anuncios, puso fin a su calma chicha y volvió a los 280 pesos. Es natural: si viajar sale 314 pesos por dólar, ¿por qué quien viaja no habría de salir a comprar blue a 280 para costear eses gastos y por qué el dólar ilegal no superaría pronto aquel nivel?

Fuente: Dolarhoy.

Esa dinámica volvería a poner la brecha bien arriba y recrearía las expectativas de megadevaluación. Para que la economía nacional deje de ser un perro condenado a morderse la cola, la clave pasaría por estabilizar de una vez la macro, acaso, dar lugar a un desdoblamiento más prolijo, que también representaría riesgos, pero que podría darle por un tiempo otro orden a las operaciones.

El dilema del año electoral

Más allá del Presupuesto 2023, ¿cuánto de ajuste del gasto habrá en la práctica en el año electoral? ¿Cómo usará el Gobierno el excedente de recaudación que generará una inflación que no será del 60%, como dice el proyecto, sino parecida a la de este año? “Llegar, bomba o ganar» son los escenarios que traza la consultora PxQ, del exviceministro Emmanuel Álvarez Agis.

Lo de «ganar» es ganchero, pero engañoso: para él, como para casi cualquiera, es difícil que el Frente de Todos venza en las urnas, pero la aplicación de un plan de estabilización heterodoxo sería su mejor –aunque arriesgada– carta.

Mientras, la inflación es lo que es: Argentina tiene la cuarta más elevada del mundo y, con ella, pensar en recuperar los ingresos de la población es una quimera, como avisó la ministra designada de TrabajoKelly Olmos, paraguas abierto en mano, desde el umbral del despacho que ocupará desde este jueves.

(Nota publicada en Letra P).

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