El secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de Brasil, Flávio Augusto Viana Rocha, informará esta semana a Jair Bolsonaro sobre los resultados de su reciente visita a la Argentina, consumación de una paciente diplomacia emprendida por la Cancillería nacional, por el embajador Daniel Scioli y por el propio funcionario del país vecino para recomponer un lazo que, se espera, ahora sí parece encontrar un cauce productivo.
Viana Rocha informará sobre los avances que realizó para venderle a nuestro país blindados anfibios VBTP-MR Guarani y sobre los diálogos que mantuvo para reforzar la cooperación en defensa y por acelerar la búsqueda de mercados desde el Mercosur, le dijo a Ámbito una fuente brasileña familiarizada con esos contactos.
Sin embargo, el jefe de Estado ya está al tanto del trazo grueso de lo hecho en Buenos Aires por su enviado, nuevo hombre fuerte del gabinete y personaje clave en el redireccionamiento de una diplomacia hasta ahora más preocupada por hacer amigos entre los ultraderechistas del mundo que por obtener resultados concretos. Y, lo más importante, avala su idea de restablecer la relación especial con la Argentina, sacrificada por Brasil desde la asunción de Alberto Fernández en el altar de una ideología extremista.
De acuerdo con la fuente mencionada, la evaluación fue la visita de Viana Rocha) resultó «excelente, sobre todo por la disposición del presidente Fernández a recibirlo, algo que fue obra de Scioli y de (Gustavo) Beliz, así como de prestigiarlo en su función. Ahora deben cesar las provocaciones y hostilidades de ambos lados para que la relación avance».
El vicealmirante Viana Rocha fue nombrado el 14 de febrero del año pasado y se distingue de la mayoría de los miembros del ala militar del bolsonarismo por haber llegado a la función pública desde el servicio activo. En efecto, su puesto anterior fue el de comandante del Distrito Naval Nº 1 con sede en Río de Janeiro.
Su relación con el presidente data de 2002, cuando aquel era diputado y Viana Rocha fue destacado como representante de la Armada ante el Congreso.
Hombre de diálogo directo con Bolsonaro, hoy se erige como uno de los funcionarios más poderosos. Tanto es así que algunos arriesgan que en la remodelación de gabinete que se produciría más adelante este año, podría ascender a otro puesto clave: la titularidad del Gabinete de Seguridad Institucional, hoy a cargo del general retirado Augusto Heleno.
La Secretaría de Asuntos Estratégicos que encabeza fue independizada de la Secretaría General de la Presidencia y elevada por el mandatario al rango de ministerio. Su rol, similar al de Beliz en Argentina, es el de asesorar al presidente en política internacional y otros temas de máxima importancia.
Ampliamente respetado y considerado un hombre moderado y pragmático, Viana Rocha expresa la mirada del ala militar del gobierno de Brasil, tendiente a una moderación y normalización de las relaciones exteriores del país tras el improductivo alineamiento con Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump. Esta última línea fue defendida por el canciller, Ernesto Araújo, y por el asesor presidencial Filipe Martins, dos ultraderechistas seguidores del ensayista Olavo de Carvalho, admiradores del gurú ideológico del republicano, el referente de la alt right –derecha alternativa– Steve Bannon, y convencidos detractores de lo que llaman «globalismo», esto es el supuesto aprovechamiento de la globalización por parte del marxismo cultural.
Avanzando paso a paso en el último año, el nuevo amigo de la Argentina logró poner bajo su autoridad a Martins, quien –se especula– podría ser eyectado del gabinete. Araújo, en tanto, es cuestionado incluso por los seguidores más fieles de Bolsonaro.
Durante su visita de la semana pasada a Buenos Aires, Viana Rocha se entrevistó con Fernández, con Beliz y con los ministros de Economía, Martín Guzmán; Defensa, Agustín Rossi, y Relaciones Exteriores, Felipe Solá. También estuvo con Scioli.
El plan del funcionario no pasa solo por restablecer el vínculo cercano con nuestro país. También teje contactos con la nueva administración de Joe Biden, dañada por el trumpismo tenaz del Gobierno brasileño y por el alineamiento de Bolsonaro con la denuncia de un supuesto fraude electoral, que demoró el reconocimiento del demócrata. Eso demuestra que, si bien Bolsonaro parece dispuesto a un cambio de enfoque, la tentación de ideologizar las relaciones externas de Brasil persiste dentro de su entorno más íntimo.
Viana Rocha sabe eso y por eso se ha esforzado en acercarse al miembro del clan presidencial más influyente en ese sentido: el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del jefe de Estado. Así fue que juntó en una cena en noviembre del año pasado a este y a Scioli, entre otros personajes.
Viana Rocha también convenció al presidente de que dejara de castigar en público las vacunas chinas contra el covid-19 de modo de concertar acuerdos de compra. El funcionario repitió esa estrategia con India, principal productor de vacunas del mundo.
Si bien el ascenso de Viana Rocha comenzó antes de que Trump perdiera las elecciones, este hecho forzará a Bolsonaro a reorientar su política, sobre todo cuando su mal manejo de la pandemia le provoca una caída en las encuestas y le complica la búsqueda de la reelección que emprenderá en octubre del año que viene.
Los aliados legislativos del presidente lo presionan para que reforme su gabinete –y les dé lugar– ni bien el Congreso renueve, a principios del mes que viene, sus liderazgos. Del destino que les quepa en ese momento a Viana Rocha y a dinosaurios políticos como Araújo y Martins, hasta hace poco protegidos por Eduardo Bolsonaro, dependerá en buena medida el tenor de la relación futura con la Argentina.