Cuba 2021: ajuste, devaluación y un cambio de paradigma

Cuba comenzó 2021 con la aplicación de un programa económico que introduce reformas radicales y que, antes que un paso más en el proceso de reforma de la economía, marca un nuevo paradigma en la relación entre el régimen socialista y la población.

«La gente está bastante sorprendida; se ha puesto en marcha un cambio enorme. El régimen está abandonando su ortodoxia y comienza claramente a montar una apertura de la economía al estilo de la de Vietnam», le dijo a Ámbito una fuente diplomática latinoamericana desde La Habana.

El último viernes, cuando la revolución cumplió 62 años, entró en vigor el llamado «ordenamiento monetario», que establece un período de transición de seis meses hasta la extinción del sistema bimonetario vigente desde 1994, tiempos del «período especial» surgido del colapso de la Unión Soviética.

La nueva política no solo establece la extinción del peso cubano convertible (CUC) y la vigencia exclusiva con el peso sino que ratificó para este la cotización de 24 unidades por dólar. Eso, que supone una fuerte devaluación de la moneda, provocará un incremento de la inflación del orden del 160%, según proyectan las autoridades, efecto que se agravará por una serie de medidas destinadas a reducir los subsidios.

Así, por caso, el pan racionado pasa de costar cinco centavos a un peso cubano y la tarifa de electricidad se multiplicará por cinco, entre otros precios que se alterarán drásticamente.

Como compensación, se estableció un fuerte aumento inicial de los salarios, en promedio del 450% y de 525% en el mínimo.

Sin embargo, la incertidumbre es elevada: esas mejoras de ingresos se definieron en base a la canasta ponderada de mediados de 2019, antes de que la pandemia devastara el sector turístico y hundiera a la economía en una recesión del 11% en 2020, el peor año desde 1993; además, la inflación que se espera preocupa.

«El coronavirus provocó una inquietud social importante, en la que el freno del turismo agravó la crisis anterior. Y ahora la gente escucha todo un lenguaje nuevo y decisiones como las de reducir la libreta de racionamiento, una bandera del régimen, y pasar del subsidio a los productos al subsidio a las personas necesitadas», añadió la fuente.

«Las nuevas medidas no modifican la posibilidad de comprar alimentos, productos de higiene y hasta pequeños electrodomésticos en las tiendas MLC (moneda libremente convertible), cada vez más importantes y en las que las operaciones se debitan de una cuenta en divisas, normalmente de remesas de expatriados. Sin embargo, Estados Unidos ha colocado nuevas restricciones para esos envíos y el contexto general de escasez significa un problema para muchos. Ese sistema está funcionando bastante mal», explicó.

«El Estado necesita divisas y la suspensión del turismo le ha pegado duro», añadió.

Las novedades profundizan sin retorno un giro que, si bien no es de libre mercado, consolida la búsqueda de una economía cada vez más mixta y menos sujeta a restricciones. El «modelo asiático» iniciado por Raúl Castro, el antecesor de Díaz-Canel, impone, asimismo, un cambio de lenguaje que establece un nuevo paradigma de cara a una población acostumbrada a otra prédica. La denuncia de «gratuidades indebidas» y «subsidios excesivos», el elogio de la iniciativa privada y las apelaciones a la inversión extranjera y a una mayor productividad del trabajo son novedades totales en la isla.

Ese nuevo paradigma quedó plasmado en el diario Granma, que publicó lo dicho el último miércoles en una mesa redonda por Marino Murillo Jorge, miembro del Buró Político del Partido Comunista y jefe de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo.

El funcionario señaló que «la transformación de los ingresos asociada al ordenamiento monetario y, en especial la reforma salarial, están en correspondencia con las condiciones de la economía, pues no se puede repartir más riqueza mientras no se cree».

Además, siempre según el órgano oficial del Comité Central del PCC, indicó que «la transformación de los ingresos prevista parte de distribuir la riqueza de manera diferente, pero la realidad es que la riqueza no ha crecido aún».

«Es muy difícil subsidiar al 100% de la población porque de esa manera proteges a quien aporta y a quien no».

Murillo Jorge explicó también que «el incremento de las jubilaciones y la asistencia social tienen que llevarse a cabo manteniendo un mínimo de equilibrios macroeconómicos» y, casi en clave ortodoxa, que «el mayor riesgo de financiar un déficit presupuestario es el inflacionario, porque se saca a la calle un dinero que no fue creado por la economía real».

Las autoridades prometieron mantener el perfil social del presupuesto, pero explicaron que el país necesita fomentar las inversiones extranjeras y que el crecimiento de los ingresos de la población mejorará en el futuro en base a consideraciones de productividad.

Cuba intenta salir del pozo de la crisis de su sistema socialista, agravada por sanciones estadounidenses que, tras el leve desmonte del final del Gobierno de Barack Obama, arreciaron con Donald Trump. Se acerca ahora el turno de Joe Biden, el vice de Obama. Eso, el final de la pandemia y el restablecimiento de la actividad turística podrían darle un respiro al país.

El régimen socialista cubano cambia y esa decisión ya no tiene marcha atrás. Su desvelo es que el giro resulte socialmente sustentable y que no se lleve puesto el sistema de partido único.

(Nota publicada en Ámbito Financiero).