Una presión cambiaria fuerte amenaza con acompañar al país también en 2021

(Foto: Noticias Argentinas).

Para el Gobierno, de acuerdo con el Presupuesto 2021, la economía pospandemia rebotará el año próximo 5,5% desde su abismo de 2020. Para los analistas privados, cuyos pronósticos reúne el Banco Central cada mes en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), la recuperación será del 4,5%. Por si eso fuera poco, la soja, principal producto de exportación, sigue cotizando por encima de los 430 dólares por tonelada, en máximos de cuatro años. Todo el combo lleva al ministro de Economía, Martín Guzmán, a apostar a un alivio en los frentes más comprometidos: empleo, ingresos y, especialmente, en la madre de todas las batallas: el mercado cambiario. Por fin un alivio… ¿Seguro? No necesariamente ya que, al revés de las mejores expectativas, la mayor preocupación persiste ya que la corrida contra el peso podría continuar y hasta endurecerse en un contexto de recuperación.

Fuente: Ministerio de Economía.

Eso no debería ser sorpresa. Si existe una ley en la historia económica argentina, esta indica que el crecimiento de la economía dispara las importaciones y que eso, ante exportaciones que no crecen en la medida necesaria, deteriora el saldo comercial y la disponibilidad de divisas para, completando el círculo, prolongar el crecimiento. Es la conocida restricción externa de la que el país no ha podido salir en toda su historia.

El economista Marcelo Elizondo elaboró un interesante informe que advierte sobre un regreso de dicho fenómeno el año próximo de la mano del rebote económico.

“En los primeros nueve meses del año, el superávit comercial acumulado en la balanza de bienes es de 11.562 millones de dólares y puede preverse uno anual de unos de 14.000 millones”, dijo.

“Ahora bien, este superávit está basado especialmente en la gran caída de importaciones, que descienden 21% en relación con el mismo período del año anterior, un promedio que duplica la caída del comercio internacional total en el planeta. Esto lo que refleja que el superávit está basado mayormente en la recesión y en la llamada ‘cuarentena’ local, aunque las restricciones a las importaciones impuestas por el Gobierno también influyen en la situación”, añadió. La pregunta cae de madura: ¿qué pasará con el excedente de dólares comerciales cuando el país vuelva a crecer y a demandar más productos importados en forma de insumos para la industria y bienes finales de consumo?

La dependencia del comercio exterior para el ingreso de dólares es hoy excluyente para la Argentina, dado el cierre del mercado internacional de deuda y su cada vez más escasa capacidad para captar inversión externa destinada a la producción.

En esa línea, Elizondo, director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), recuerda en su trabajo que “las exportaciones argentinas están cayendo ahora casi 12,6% y las importaciones 21%”, de acuerdo con datos del INDEC.

“No es previsible una mejora en la tendencia”, continúa el estudio, que registra la reducción que mostró en septiembre el saldo comercial, que bajó a 584 millones de dólares desde saldos que entre enero y agosto habían oscilado cada mes entre topes de 1.022 y 1.893 millones.

Esto demuestra una vez más que el más mínimo rebote de las compras externas –apenas 3,1% en septiembre– no es acompañado por las ventas en el corto plazo, lo que hace del escenario de superávit de este año irrepetible en el próximo.

“La relación importaciones/PBI en Argentina entre 2000 y 2019 ha sido de 14,9% (pero) ese promedio arroja un ratio de 16,7% cuando el PBI creció por encima de 5%”, como espera el Gobierno, señala Elizondo. “Ello supone que las importaciones crecerán inexorablemente en 2021 (aunque sea un mero rebote parcial), lo que se explica en el hecho de que las importaciones de bienes están compuestas principalmente por elementos que alimentan la producción (bienes de capital, piezas, partes y accesorios de bienes de capital, insumos y bienes intermedios o energía esencialmente)”, dice. “Si ello se restringe, entonces el PBI probablemente no podrá crecer como se prevé”, suma el autor, describiendo un dilema de larga data de la economía nacional.

“Si las importaciones se elevaran –como puede preverse– en unos 10.000 millones de dólares por encima de las inusitadamente bajas de 2020 –y quizá entre 10.000 y 15.000 millones si se pretende normalizar los equilibrios productivos porque a la recesión se le sumó la cuarentena extensa– puede anticiparse la necesidad de importaciones por encima de los 70.000 millones desde 2022. Estamos hablando de mucho menor confort en la provisión de dólares por fuente comercial”, dice.

Para que el país mantenga esa holgura y no se encuentre ante un nuevo cuello de botella en su crecimiento, “las exportaciones deberían crecer en 2021 a una tasa de dos dígitos”, aunque eso se ha dado raramente y solo cuando los términos de intercambio resultaron excepcionalmente favorables.

Fuente: Marcelo Elizondo.

Así las cosas, el especialista le dijo a Letra P que “dado que el superávit comercial se va a reducir inexorablemente, el año que viene vamos a tener más presión cambiaria. Sin un aumento de las importaciones no puede haber salida de la recesión y es complicado que las exportaciones se recuperen en la misma medida”.

El presidente Alberto Fernández ha dado cuenta repetidamente de su intención de duplicar las exportaciones y para eso el Gobierno anunció en los últimos días programas de promoción en el sector gasífero e inversiones en el mercado de la carne. Sin embargo, eso lleva tiempo.

Según Elizondo, “podría haber una compensación de ingreso de dólares si hubiera un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que permitiera algún desembolso (neto), aunque sea menor, pero eso no lo sabemos”.

En el Ministerio de Economía niegan por ahora esa posibilidad, aunque el representante ante el FMI, Sergio Chodos, sembró la duda al abrir esa puerta hace poco y el propio Guzmán se cuida de descartar la posibilidad en declaraciones públicas.

“Si a todo eso se suma que el mercado entiende que tipo de cambio oficial está por debajo del punto de equilibrio y que la brecha (con los dólares paralelos) es demasiado alta, se plantea un problema adicional”, dado por las expectativas, explicó Elizondo.

“Si el Gobierno modificara el régimen cambiario, eso podría modificarse”, señaló.

El debate sobre el futuro del dólar nunca se cierra. Maldito loop argentino.

(Nota publicada en Letra P).

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