Brasil: picardías, bajezas y trampas en el cierre de campañas

Brasilia (enviado especial) – Después de las balaceras contra una caravana de quien era el precandidato más taquillero, Lula da Silva; de su encarcelamiento; del atentado contra quien marcha hoy al frente de las encuestas, Jair Bolsonaro; de la censura impuesta por el Supremo a una entrevista de Folha de São Paulo al primero y de un clima general de crispación, el cierre de la campaña electoral brasileña tenía que estar ayer a la altura de semejantes antecedentes. Y así fue, ya que abundaron las chicanas, las zancadillas, las faltas de respeto, las tomas de partido por parte de medios influyentes y, todo un clima de época, las “fake news”.

La principal cadena de TV de Brasil, Globo, se disponía al cierre de esta edición a emitir el último debate entre los candidatos a presidente, eso sí, después de que terminara la novela del momento: Segundo sol.

Estuvieron todos, menos el líder de los sondeos, Jair Bolsonaro, quien alegó una prohibición de sus médicos, que todavía lo ven débil después de la puñalada que recibió el 6 de septiembre.

No hay por qué dudar del argumento, más cuando se ve demacrado al ex capitán. Pero sí lo hizo Ciro Gomes, el laborista que surge como el tercero en discordia, quien le advirtió, indignado, que falsificar una prescripción médica es un delito. ¿Madura el impeachment?

Pero las fuerzas sí le dieron a Bolsonaro para competir contra el debate, a través de una entrevista que se realizó la segunda cadena de Brasil, Record. El tema de los debates se toma seriamente en este país y se trata de regular las entrevistas de modo que no sean alevosos vehículos de propaganda, por lo que no se descartaba que alguno de los candidatos o la propia Globo intentara a última hora un recurso para impedir la difusión del reportaje.

Que Record entrevistara a Bolsonaro no es inocente. Su dueño es Edir Macedo, fundador y orientador de uno de los mayores poderes poderes de un movimiento evangélico que sana las almas de un cuarto de la población brasileña. Pocos días atrás, Macedo, quien pese a ser un hombre de fe no pudo escapar en el pasado a sospechas diversas de la justicia, declaró su apoyo al exmilitar.

Haga lo que haga, el bolsonarismo es carne de polémica. Flávio, actual diputado y candidato a senador, salió a defender a dos candidatos del Partido Social Liberal que impulsa a su padre que removieron y rompieron una placa que homenajeaba a la concejala de izquierda y militante por los derechos homosexuales Marielle Franco, asesinada a tiros en marzo como parte de una trama oscura que, se sospecha, tiene puntas políticas.

“Lo único que hicieron fue restablecer el orden», argumentó Flávio. Resulta que la placa estaba colocada encima del nombre de la plaza carioca de Marechal Floriano.

También hubo ayer espacio para las denuncias de campaña sucia. Fernando Haddad se quejó por la profusión de mensajes de WhatsApp que, dijo, indicaban que se propone cerrar las iglesias de Brasil. “Justo yo, que soy nieto de un líder religioso”, se indignó.

Las “fake news” alcanzaron a su número dos, la comunista Manuela D’Ávila, de quien “le pusieron”, photoshop mediante, una remera que decía “Jesús es travesti”.

¿Será que Haddad y Manuela mienten? Parece que no. Una fuente insospechada de petismo, como el director de la encuestadora Datafolha, Mauro Paulino, «ese material está llegando ampliamente por WhatsApp e influye sobre los electores”. Las imágenes del triste episodio circularon intensamente en las redes sociales, pero eso no vale gran cosa: quienes aplauden y quienes deploran esas cosas ya saben lo que van a hacer el domingo.

Finalmente, hubo espacio también para que se luciera el presidente del Supremo Tribunal Federal, Dias Toffoli, quien venía de un par de traspiés.

El primero había sido su aval la medida cautelar por la que el ministro Luiz Fux había censurado una entrevista de Folha a Lula ante el «elevado riesgo de que la divulgación (…) cause desinformacion en vísperas de la elección”. ¿Llamará a alguien a engaño que Lula diga que Haddad le gusta más que Bolsonaro? Para pensar…

El otro tropiezo del supremo, que hace pocas semanas accedió a la titularidad del tribunal, había sido su confesión de que llamaba “movimiento”, no “revolución” ni “golpe” a la destitución de un Gobierno

democrático por parte de militares en 1964.

Así las cosas, ayer al jurista José Gomes Canotilho: “Nunca más esclavitud, nunca más dictadura, nunca más fascismo y nazismo y nunca más discriminación”, dijo, en tono vibrante.

“Os desafios existem e sempre existirão, como disse em meu discurso de posse nesta Corte, o jogo democrático traz incertezas, a grandeza de uma nação é exatamente se inserir neste jogo democrático e ter a coragem de viver a democracia”, discursou Toffoli. ¿Una proclama contra Bolsonaro? Nada de eso. “Nunca más comunismo”, clamó.

Ahora sí Brasil está en equilibrio.

(Nota publicada en Ámbito Financiero y en ambito.com).