En las próximas semanas comenzará un nuevo ciclo electoral en el Mercosur, un “año” que irá del próximo 17 de diciembre hasta fines de octubre del año que viene en el que Paraguay y Brasil renovarán por completo sus autoridades. Habrá mucho en juego. En el caso paraguayo, el que iniciará el calendario y nos ocupa en este artículo, el sometimiento a las urnas de un modelo económico que, en trazos gruesos, es elogiado por el control de las variables macro, que se sustenta en buena medida en la expansión de las exportaciones primarias y de la obra pública y que es cuestionado por su fuerte propensión al endeudamiento. ¿Un ensayo a escala del debate que nos obsesionará en la Argentina dentro de dos años?
El 17 de diciembre, Paraguay comenzará a escribir un nuevo capítulo de su siempre tumultuosa pelea por el poder. Ese día se celebrarán las internas en las que cada partido o alianza definirá sus candidatos con miras a los comicios generales del 22 de abril del año que viene, en los que se renovarán por completo los poderes ejecutivo y legislativo, tanto a nivel nacional como de gobernaciones, por los siguientes cinco años. Esa semifinal, que no tiene precedentes y que no será abierta como en la Argentina sino que convocará simultáneamente a los afiliados de cada agrupación, zanjará en gran medida la puja.
La audacia de Horacio Cartes
El incendio del Congreso y la violencia que dejó un muerto y más de treinta heridos el último 1 de abril clausuró el intento de Horacio Cartes de buscar la reelección. El presidente puso en marcha entonces su “plan B”, consistente en la búsqueda de un heredero. El elegido fue Santiago Peña, quien fue su ministro de Hacienda entre enero de 2015 y junio último.
Peña, que llegará a al proceso electoral con solo 39 años, representa el cartismo en su máxima expresión. Fue la el rostro visible de la gestión económica y expresa el distanciamiento de Cartes de la estructura tradicional de la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado). Descenduiente de José María Peña, uno de los fundadores del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), y él mismo militante de ese partido hasta su ingreso al Gobierno, es un outsider mirado con desconfianza por el establishment de un partido de poder asimilable al peronismo argentino, aunque hoy mucho más poderoso.
Una de las mayores audacias de Cartes fue haber dejado desamparados a buena parte de los punteros colorados. En la disconformidad de ese “bajo clero” se explica que la precandidatura de Peña haya encontrado rival en el senador Mario Abdo Benítez.
Este último es descripto a menudo como un “hijo del stronismo”, señalamiento bastante literal si se tiene en cuenta que su padre, homónimo, fue nada menos que el histórico secretario privado del dictador. “Marito”, de 45 años, dijo que “uno no elige dónde nacer”, aunque, gambeteador, añadió que “no reniego de mi origen”. Igualmente ambiguo se muestra cada vez que se le pide su opinión sobre el régimen de Alfredo Stroessner, al que le rescata cosas positivas pero de cuyo saldo en materia de derechos humanos se despega. Su movimiento Colorado Añetete (“de verdad, auténtico” en guaraní), solo mira al futuro, remata.
Hay, claro, encuestas para todos los gustos. “Si bien la mayoría da una diferencia de alrededor de diez puntos a favor del senador Benítez, todavía falta. Es difícil vaticinar quién ganará”, le dijo a Letra P desde Asunción Estela Ruiz Díaz, analista del diario Última Hora y de radio Monumental.
Detrás de “Marito” y de “Santi” habrá dos fuerzas formidables en colisión. A favor del segundo está un sector del partido, “el aparato estatal y los recursos personales del Presidente, lo que lo convierte en un candidato poderoso”, resume la analista, sugiriendo que la cancha tenderá a nivelarse.
El dinero y la capacidad de movilizar votantes serán clave. Mientras, como un jugador esencial, aguarda su momento el mencionado “bajo clero”, que hará su partido con lealtades, digamos, difíciles de anticipar.
Enfrente estará una endeble coalición de liberales y seguidores de Fernando Lugo, la misma que ganó en 2008 y se hizo trizas en 2012 entre denuncias de golpe. “La sensación es que el candidato colorado que gane será el próximo presidente de la República”, concluye Estela Ruiz Díaz.
¿Anticipo del futuro?
“Por su formación como economista y como extitular de Hacienda, Peña puede defender con bastante solvencia las obras que hizo el gobierno de Cartes y lo que él continuará haciendo en caso de ganar las elecciones. Pero la política económica, sobre todo cuando fue ministro de Hacienda, ha sido motivo de controversia para muchos”, explicó para este artículo el economista Javier Alonso.
En ese sentido, cobra relevancia el debate sobre las bases del modelo, que tiene algunos puntos en común con el argentino: búsqueda de equilibrio de las variables económicas, obra pública y acelerado endeudamiento. ¿Cosas que estaremos discutiendo aquí dentro de dos años?
Para Estela Ruiz Díaz, “la cuestión económica es una moneda de dos caras para Peña. La estabilidad macroeconómica y el sostenido crecimiento son sus fortalezas. Pero la pobreza ensombrece su discurso. Cuando Cartes asumió en 2013, el nivel de pobreza era del 28% y la Dirección de Estadísticas y Censos lo elevó al 28,9 a finales del año pasado. La indigencia también creció: del 5,42 % en 2015 a 5,73% en 2016”. Cuidado, lector, no se tiente con la comparación fácil: como la vara del nuevo Indec es la más exigente de la región en estos temas, el 28,9% de Paraguay es bastante más que nuestro 30%.
La paraguaya es una economía que presenta curiosidades y en la que las grandes cuentas suelen resultar inexplicables si no se toma en cuenta la informalidad. Por ejemplo, llama la atención la volatilidad de la evolución del Producto: 6,4% arriba, caída del 4%, recuperación astronómica del 13,1, otro 4,3 al alza, baja del 1,2, ¡suba del 14!, otra de 4,7, más 3% y 4,1% entre 2008 y el año pasado, esto último justo cuando Brasil y Argentina no ayudaban precisamente. Una montaña rusa asombrosa que arroja una media de 5% anual.
La inflación, en tanto, incluso con altibajos, “ha sido de un promedio anual del 4,3% en los últimos diez años. Una de las cosas realmente positivas de Paraguay es su estabilidad macroeconómica”, explicó Alonso.
En el lado del debe, Javier Alonso alude al incremento del endeudamiento. “Paraguay carece de una infraestructura vial adecuada y Horacio Cartes ha impulsado activamente la emisión de deuda soberana para poder subsanar ese déficit”, explica.
Argentina justifica hoy su agresiva salida a los mercados en la necesidad de realizar un ajuste fiscal gradual, pero el dinero, como se sabe, es fungible. ¿La deuda se usa para cubrir el déficit o, por caso, financió la obra pública que ayudó al macrismo a ganar las últimas legislativas?
“El problema es que en varios países de la región ya se ha demostrado que el endeudamiento con la excusa de la obra pública no es sostenible en el tiempo”, puntualiza Javier Alonso.
“Cuando Argentina y Brasil comiencen a recuperarse, Paraguay necesitará hacer reformas para no quedar abandonado a su suerte”, asegura. El listado que cita es el conocido: mejoras institucionales, un poder judicial saneado, respeto de los contratos y reducción de la burocracia estatal.
Los diagnósticos son, en Paraguay, en Argentina y hoy casi en todos lados, similares, así como los remedios prescriptos. Por eso es interesante observar qué pasará en ese país cuando el modelo sea “plebiscitado”. Tal vez, el desenlace de su elección nos entregue algunas claves de nuestro futuro.
AMIGOS, ENEMIGOS, AMIGOS OTRA VEZ…
Enfrente de quien sea el candidato del Partido Colorado paraguayo habrá 23 coaliciones. La más relevante de ellas, optimista, se dio el nombre de GANAR, sigla de la Gran Alianza Nacional Renovada.
Esta suma al segundo partido del país, el Liberal Radical Auténtico (PLRA), al Frente Guasú (“grande”) del expresidente Fernando Lugo y a Avanza País. Curioso: se trata de los mismos socios que llevaron al exobispo al poder en 2008 y que se sacaron los ojos cuatro años después en medio de un juicio político express, ampliamente considerado un golpe de Estado y que tuvo al liberal Federico Franco como puntal, quien pasó de aliado y vicepresidente a enemigo y jefe de Estado.
Esta vez acaso los ayude que la distribución del poder en GANAR será diferente, más realista. El liberalismo pondrá el candidato a presidente (se presume que Efraín Alegre vencerá en la interna a Carlos Mateo Balmelli) y el luguismo, al vice, el periodista Leo Rubin. Lugo buscará, como Cartes (que se enfrentará en la primaria a otro expresidente, Nicanor Duarte Frutos), una banca en el Senado.
La analista del diario Última Hora Estela Ruiz Díaz no se anda con medias tintas: “Es una alianza pegada con saliva, como decimos por acá”.