El nuevo canciller de Brasil, José Serra, confirmó ayer que eligió a la Argentina para su primer destino, algo que se concretará el lunes. Ese día lo recibirá en el Palacio San Martín la canciller, Susana Malcorra, que hará lugar en una agenda apretada de viajes a un encuentro que considera prioritario para conocer de primera mano qué tipo de refundación del Mercosur desea el nuevo Gobierno de Brasil Ese tema, que el visitante reclamará de modo enfático, precipitará en nuestro país la discusión sobre el libre comercio, que el propio Gobierno tenía prevista para más adelante.
Malcorra se verá con su par a su regreso de su viaje a China y justo antes de iniciar otro a México, donde participará en una reunión de la CEPAL.
Tendrán mucho de qué hablar, reconocen en la Cancillería, y todavía no está confirmado que ambos ministros brinden una conferencia de prensa conjunta. Esta solo se realizará si hay seguridad de que no habrá lugar para “gaffes” o gestos imprudentes en torno al futuro del bloque regional, averiguó Ámbito Financiero.
El hecho de que la Argentina sea el destino inicial del primer canciller brasileño que no es de carrera en más de trece años es una prueba de la prioridad que el vecino pretende seguir dando a la relación. Sin embargo, el viaje se producirá después de que desde su entorno se emitieran señales que llamaron la atención al Gobierno nacional.
A la vieja postura de Serra contraria al Mercosur como unión aduanera, a la escasa vocación que mostró en los últimos años para firmar acuerdos de libre comercio con otros bloques y países y a la incorporación de Venezuela -y aun en trámite- de Bolivia, se sumó el martes una declaración de su “alter ego”, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Aloysio Nunes Ferreira, que apuntó a una reformulación total del Mercosur para permitir que cada país negocie acuerdos comerciales de modo unilateral. El mensaje quedó claro: el bloque avanza con Brasil o Brasil avanzará solo.
El nuevo canciller pronunció ayer su discurso de asunción, en el que detalló cuáles serán los objetivos de su gestión, que resumió en “diez directrices”. La Argentina y el Mercosur merecieron párrafos especiales que conviene considerar.
Comenzó hablando de sus “treinta y tres años de convivencia (…) amistad, respeto mutuo y permanente diálogo” con el presidente interino, Michel Temer, un modo de ubicarse por encima del aporte al Gobierno de su propio partido, el de la Social Democracia Brasileña (PSDB), y de exhibir una línea directa con aquel.
En un discurso que una fuente de Itamaraty describió en diálogo con Ámbito Financiero como básicamente destinado a la opinión pública de su país, se diferenció de los Gobiernos del Partido de los Trabajadores al asegurar que “la diplomacia volverá a reflejar de modo transparente e intransigente los legítimos valores de la sociedad brasileña y los intereses de su economía, al servicio de Brasil como un todo y no más de las conveniencias y preferencias ideológicas de un partido político y de sus aliados en el exterior”. Se termina la tolerancia con Venezuela.
Serra reforzó esa idea al asegurar que “estaremos atentos a la defensa de la democracia, de las libertades y de los derechos humanos en cualquier país, en cualquier régimen político, en consonancia con las obligaciones asumidas en tratados internacionales y también en respeto al principio de no ingerencia”. Habrá que ver qué prima cuando de Nicolás Maduro se trate: si lo que el nuevo Gobierno brasileño entiende como democracia o la no injerencia. Una línea delgada para una administración que nace con su propia legitimidad cuestionada internamente y, en parte, también en el exterior.
Repasó también la responsabilidad ambiental que le corresponde a Brasil en tanto país amazónico y su vocación de una “acción constructiva” en los foros internacionales.
La “quinta directriz” es especialmente importante. Dice que “Brasil ya no restringirá más su libertad de iniciativa por una adhesión exclusiva y paralizadora a los esfuerzos multilaterales en el ámbito de la Organización Mundial de Comercio”, gestiones que, asegura, no lograron eliminar distorsiones, sobre todo en el mercado agrícola. Serra criticó que, por aferrarse a esa herramienta, el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, a quienes no mencionó, “se haya mantenido al margen de la multiplicación de acuerdos bilaterales de libre comercio”, omisión que será corregida.
Así, en la sexta, afirma que el país se empeñará en “un acelerado proceso de negociaciones comerciales, para abrir mercados para nuestras exportaciones y crear empleos para nuestros trabajadores, utilizando pragmáticamente la ventaja del acceso a nuestro gran mercado interno”.
¿Cómo? ¿Brasil será el que aborde esa tarea? ¿Negociaciones “bilaterales”, dijo? Se supone que, en tanto unión aduanera, esas negociaciones se realizan a través del Mercosur.
A continuación, llegó la mención a la Argentina (séptima directriz). “Uno de los principales focos de nuestra acción diplomática en el corto plazo será la sociedad con la Argentina, con la cual pasamos a compartir referencias semejantes para la reorganización de la política y la economía”. Convergencia Macri-Temer. “Junto con los demás socios, necesitamos renovar el Mercosur”, siguió.
Inicialmente, se buscará destrabar el comercio dentro del bloque para, luego, “construir puentes, en vez de profundizar las diferencias, con la Alianza del Pacífico, que involucra a tres países sudamericanos, Chile, Perú y Colombia, además de México”, explicó. La negociación con la Unión Europea es el capítulo uno y actual de esa ofensiva, mientras maduran otras prioridades que aparecieron ayer en el discurso, como China, India, Japón y Estados Unidos.
Inicialmente, Serra no debería encontrar trabas en la Argentina para avanzar, en conjunto y no unilateralmente, como ya advirtió que está dispuesto a actuar, en tratados de libre comercio. La propia Malcorra y Mauricio Macri hablaron varias veces de la conveniencia de una integración con la Alianza y hasta mencionaron un horizonte que incluya a los Estados Unidos.
Sin embargo, la impaciencia de Brasil, con un Gobierno que deberá mostrar resultados en apenas dos años, tanto para relanzar la economía como para fundar aspiraciones presidenciales como la del propio Serra, puede desencadenar muy pronto un debate necesariamente áspero que el Gobierno nacional planeaba dar más adelante.
Como se esperaba, el desenlace de la crisis brasileña tiene ya impacto de este lado de la frontera. Muy pronto y muy fuerte.
Llega Serra y apura definición argentina sobre libre comercio
