Brasilia – El gran empresariado brasileño no oculta que ya no soporta más la gestión de Dilma Rousseff. Ni hablar de los mercados financieros, que festejan con fuertes subas cada paso que la Presidenta da hacia el abismo. Los industriales, en tanto, se desesperan ante la crisis política, su impacto económico y una recesión que ya toma tintes depresivos (-3,8% el año pasado, alrededor de -4% esperado para este). Algunos de ellos, como los nucleados en la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP) acaban de anunciar que se sumarán el domingo a las manifestaciones que pedirán en todo Brasil la renuncia o destitución de la mandataria. Pero no todos son tan vehementes.
En esta ciudad está radicada la Confederación Nacional de la Industria, que alberga a la FIESP y a las otras 26 federaciones estaduales y, por lo tanto, tiene que hacer equilibrio entre intereses diversos. “Nosotros no vamos a tomar una posición política, lo importante es trabajar, no importa con qué partido”, dijo Carlos Abijaodi, director de Desarrollo Industrial de la CNI, en un tramo de la entrevista que le concedió a este diario en su sede del edificio Roberto Simonsen. Sin embargo, explicó que la industria brasileña “no puede soportar esta situación a largo plazo” y abogó por “un cambio” en Brasil, a la vez que pintó un panorama muy desalentador para el corto plazo. A continuación, los principales tramos de la entrevista que Abijaodi le concedió a Ámbito Financiero.
Periodista: -¿Cómo se las arreglan los industriales brasileños en medio de un contexto político y económico tan adverso?
Carlos Abijaodi: -Estamos en una crisis política y económica, y la primera impide cualquier avance para resolver la segunda. La CNI ha elaborado planes y propuestas para mejorar la situación del sector, pero eso requiere la aprobación de leyes y el Congreso está concentrado en los problemas políticos. Así no sorprende que el año pasado hayamos tenido un desempeño muy malo y que este tampoco parece traer un cambio. El empresario no puede soportar esto a largo plazo; estamos a la espera de un cambio en la situación.
P.: ¿Qué necesita Brasil para salir de la crisis una vez que supere sus problemas políticos?
C.A.: Un plan estratégico, de largo plazo, que le permita al empresario observar un horizonte seguro y la posibilidad de trabajar de modo productivo.
P.: ¿Y qué reformas requeriría eso?
C.A.: -Hacen falta muchas, como la tributaria, la previsional, la laboral, pero hoy no es momento de reformas tan profundas. No hay una solución para el cortísimo plazo. El momento requiere un plan que permita ver, al final del túnel, un horizonte de credibilidad. Este es el problema principal, que no hay credibilidad en la palabra del Gobierno, que lo que este dice no genera confianza en las empresas. Hoy las condiciones cambian cada día. Si el Gobierno pide que se vote un proyecto de ley, surge un conflicto entre el Ejecutivo y el Legislativo y no resulta posible. Hay un conflicto de poderes que no sabemos dónde va a terminar.
P.: -Imagino que los industriales aplauden que se combata la corrupción, pero que a la vez les preocupa que las investigaciones no encuentren una conclusión y que de ese modo se eternice la crisis política. ¿Es ese su sentimiento?
C.A.: -La CNI lucha por un código de ética para todos los industriales y para todas las federaciones. La limpieza que se está haciendo en Brasil es algo que aplaudimos. No imaginamos que en un país como Brasil no se trabaje por la eficiencia y la productividad, ni que se permita que la corrupción y los errores de un sector puedan traer perjuicios para todos. Estamos a favor de que el proceso que se está desarrollando para bloquear la corrupción.
P.: -¿La condena a 19 años y 4 meses de un empresario poderoso como Marcelo Odebrecht inquita a los industriales? Se supone que hay pruebas para ello, pero dio mucho que hablar su prisión preventiva de casi nueve meses, para algunos un modo de forzarlo a convertirse en un “arrepentido” de la justicia.
C.A.: -Lo que pasó en Brasil es que casi todas las grandes empresas están involucradas en el problema de Petrobras. Más allá del caso personal de Odebrecht, para nosotros lo más importante son las empresas y por eso favorecemos que se realicen “acuerdos de lenidad”, de modo que los ejecutivos involucrados en hechos de corrupción acepten confesar todo, dar a la justicia la información correcta y que las consecuencias recaigan en ellos como personas y no en las compañías. De ese modo, estas podrían volver a trabajar, a concertar contratos con el Estado y a realizar obras. Es el caso de Odebrecht, de Andrade Gutierrez, de Camargo Correa y otras, que están involucradas en la operación “Lava Jato”. Porqué, fíjese el problema que se da en la situación actual, que no pueden operar u hacer frente a los salarios. El concepto es que las empresas son buenas y que el comportamiento de las personas puede ser errado.
P.: -Ante el bloqueo de las operaciones de las empresas involucradas en Brasil, ¿la Argentina representa hoy una oportunidad para hacer negocios?
C.A.: -En Argentina estarán otros ejecutivos y otras personas, con otras cabezas. Claro que la Argentina es una oportunidad. En su país está establecida una gran parte de las empresas brasileñas, todas tienen interés en estar allí. Son doscientas cincuenta compañías. Con el Gobierno anterior, veinte o treinta se fueron del país o estancaron sus operaciones. Ahora vuelven a pensar en inversiones y dicen que el ambiente es muy bueno.
P.: ¿Cómo ven los industriales brasileños la nueva etapa de la Argentina, con la presidencia de Mauricio Macri?
C.A.: -La vemos con mucho optimismo, porque Macri demostró una mentalidad diferente, de apoyo al sector empresarial e industrial, mucho más promercado y pronegocios. Esto es importante y abre la posibilidad de retomar conversaciones con Brasil para hacer algo juntos. Es muy importante la unión de los dos países para decidir el futuro del Mercosur, para trabajar en la integración de América del Sur, para relanzar el diálogo de libre comercio con la Unión Europea.