Brasilia – Brasil es un país enorme, pleno de contrastes y de densos intereses, muchas veces encontrados. Cualquier realidad que uno descubra será necesariamente parcial, algo que puede aplicarse especialmente a las posiciones de la industria: si uno se instala en el microclima de San Pablo, un país en sí mismo, escuchará al empresariado más grande y concentrado, más deseoso de competir en el mundo y de deshacerse de las “ataduras” del Mercosur. Brasilia es otra cosa.
Corazón político de este país, todo aquí es compromiso. La FIESP, la Federación de Industrias del Estado de San Pablo, por poderosa que sea, es sólo una de las 26 entidades que componen la Confederación Nacional de la Industria (CNI). Y en ésta convergen otros intereses, también los de empresas de menor porte y centralidad geográfica cuya razón de ser depende del mercado regional.
Acaso por eso la conversación con Carlos Eduardo Abijaodi, un ingeniero de Minas Gerais que es director de Desarrollo Industrial de la CNI, tuvo tantas idas y vueltas. Nos recibió en su oficina del Sector Bancario Norte, en el piso 12 del edificio Roberto Simonsen, nombrado en homenaje al intelectual, político y diplomático que es, además, el prócer de la industria local. Veamos.
Periodista: ¿Cuáles son las razones del mal desempeño de la economía brasileña desde 2011, pero sobre todo este año?
Carlos Eduardo Abijaodi: El país tiene algunos problemas estructurales. Falta infraestructura, hay impuestos demasiado pesados y tenemos una burocracia muy grande. Además, venimos de un ciclo en que el real se hizo muy fuerte, lo que redujo la competitividad de nuestras exportaciones y nuestro mercado externo. Al mismo tiempo, nuestro mercado doméstico se expandió, por lo que la producción industrial se concentró mucho en él, como refugio para las empresas que no conseguían exportar. Ahora sentimos que el mercado también se encogió debido a la crisis internacional, lo que hace más evidente nuestra pérdida de competitividad. Si tuviéramos mayor apertura en los acuerdos comerciales, si estuviésemos mejor posicionados en términos de tecnología, si hubiésemos avanzado más en tributación y en relaciones laborales, el “costo Brasil” sería más bajo y habríamos podido mantener mejor nuestro mercado externo.
P.: En la Argentina se sigue con interés las propuestas de los candidatos y de parte del empresariado brasileño de flexibilizar el Mercosur. ¿Ésa es la posición oficial de la CNI?
C.E.A.: El Mercosur es sólo uno de los problemas de Brasil. Los acuerdos comerciales son importantes no sólo por los intercambios que generan sino también porque permiten ganar en apertura, en contacto con nuevos socios, en conocimiento de nuevas tecnologías, en acceso a lo que está ocurriendo en el mundo, en participación en cadenas globales de valor y en derribar barreras no arancelarias. Esto último tiene un efecto acaso más fuerte que la reducción de los propios aranceles. La relación con el Mercosur siempre fue muy privilegiada por los industriales brasileños, pero cuando surgieron las barreras no tarifarias impuestas por la Argentina, las DJAI (Declaración Jurada Anticipada de Importación), ellos empezaron a reclamar.
P.: Concretamente: ¿la CNI en su conjunto respalda la idea de que cada socio del bloque pueda negociar en soledad acuerdos comerciales, lo que implicaría retrotraer el Mercosur a un área de libre comercio?
C.E.A.: Nuestro mercado doméstico es muy grande, pero no es suficiente. El mercado argentino para nosotros es excelente pero no alcanza para satisfacer las necesidades de la industria brasileña. Entonces, negociar por separado con la Unión Europea es una propuesta que como industria le hicimos al Gobierno. Hay necesidad de flexibilizar las negociaciones. Es decir que si hay países dentro del Mercosur que se sientan cómodos con presentar una propuesta de desgravación, por caso concreto a la Unión Europea, y otros no, se podría avanzar a un ritmo diferente, a dos velocidades. Ahora, según el Gobierno, tenemos una propuesta completa de todo el bloque para la Unión Europea, pero ésta empezó a discutir un megaacuerdo con Estados Unidos, además de los que ya tiene con varios países de América.
P.: Si uno escucha a los grandes industriales de San Pablo, encuentra una postura mucho más vehemente. A usted lo noto más cauteloso.
C.E.A.: Es que hay un costado político que atender. No se puede decir que Brasil avance solo, son decisiones que no se pueden tomar así. Lo que nosotros como industria debemos hacer es mostrarle al Gobierno que hay necesidad de sentarse y encontrar una solución, que no podemos quedarnos inmóviles.
P.: Ustedes como confederación tienen sectores más y menos dependientes del mercado del Mercosur, lo que los obliga a buscar un equilibrio…
C.E.A.: Tenemos 26 cámaras estaduales. La destrucción del Mercosur, para ponerlo en los términos que usted plantea, no es una solución.
P.: Es que una destrucción del bloque no es una simple hipótesis. Candidatos de la oposición como Marina Silva y Aécio Neves prometen negociaciones comerciales en soledad. Imagine que fuera Argentina, después de las elecciones del año que viene, la que abra su mercado a empresas de Corea o de la Alianza del Pacífico. En ese caso el empresario brasileño que hoy coloca sus productos allí encontraría una competencia mucho más difícil.
C.E.A.: Creo ésa que sería una decisión desastrosa que no traería beneficios ni para Argentina ni para Brasil. Lo que la industria brasileña pide es una posibilidad concreta de internacionalizarse, de subirse a ese tren. Cuál va a ser la arquitectura de ese proceso es tarea del Gobierno y la nuestra será la de apoyar.
P.: Al principio me dijo que la agenda del sector industrial incluye una reducción de la carga impositiva, reformas en el régimen laboral, una mayor apertura comercial. ¿Esa agenda es compatible con el mantenimiento de los niveles de inclusión social logrados en los últimos años?
C.E.A.: Si no hay reformas en Brasil, ni el mercado doméstico se va a mantener. El propio Gobierno sabe que no se puede mirar sólo al mercado doméstico, que éste, sobre todo si pierde el de la Argentina, que se está reduciendo, no sustenta nuestra industria, ni trae innovación, ni tecnología, ni inversión, ni agrega nada. Tiene que haber una transformación de Brasil.
P.: Al principio me dijo que la agenda del sector industrial incluye una reducción de la carga impositiva, reformas en el régimen laboral, una mayor apertura comercial. ¿Esa agenda es compatible con el mantenimiento de los niveles de inclusión social logrados en los últimos años?
C.E.A.: Si no hay reformas en Brasil, ni el mercado doméstico se va a mantener. El propio Gobierno sabe que no se puede mirar sólo al mercado doméstico, que éste, sobre todo si pierde el de la Argentina, que se está reduciendo, no sustenta nuestra industria, ni trae innovación, ni tecnología, ni inversión, ni agrega nada. Tiene que haber una transformación de Brasil.