Argentina y Brasil, al borde de una “era de hielo”

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Cuando, meses atrás, el socialdemócrata Aécio Neves era el mayor reto a la reelección de Dilma Rousseff en Brasil, Ámbito Financiero advirtió sobre lo que eso significaba para la Argentina, dada la promesa del primero de diluir el Mercosur, de modo que deje de ser una unión aduanera y vuelva a constituir sólo una zona de libre comercio. Ahora, cuando las encuestas marcan el retroceso de aquél y el ascenso de Marina Silva, la amenaza es aun mayor: las propuesta de ambos es la misma, pero creció con fuerza la posibilidad de una derrota del Partido de los Trabajadores, único garante de un bloque fuerte.
Las restricciones argentinas a las exportaciones, las polémicas comerciales recurrentes y los controles cambiarios que complican la repatriación de dividendos de las empresas extranjeras son un permanente motivo de irritación política en los socios regionales del país. Esto se tradujo en una intensa presión empresarial para que Brasil pueda negociar en soledad acuerdos de libre comercio con otros países y bloques, lo que convertiría al Mercosur en un bonsái y, a través de la llegada masiva a su mercado de nuevos y más eficientes competidores, condicionaría las posibilidades de desarrollo industrial de la Argentina.
Para despejar las dudas que generan sus ambigüedades ideológicas y su viejo énfasis en privilegiar el cuidado del medioambiente aun en detrimento del crecimiento de sectores clave como el agropecuario, Marina se esforzó por abrazar la fe del libre mercado. Independencia del Banco Central asegurada por ley, metas de inflación declinantes y férreo control del gasto se convirtieron en su credo. El resto, el capítulo comercial, surge con claridad del programa de Gobierno del Partido Socialista Brasileño (PSB). La Argentina debería prestar atención.
“No se justifica la reticencia a negociar nuevos frentes para el comercio de nuestros bienes y servicios”, dice la plataforma marinera. “El Mercosur no ha cumplido bien el designio original de constituir una modalidad de ‘regionalismo abierto’”, agrega.
El texto menciona de inmediato lo que considera, al igual que las grandes firmas de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP), la gran asignatura pendiente: un pacto de libre comercio con la Unión Europea. ¿El villano? La Argentina, claro, debido a su “resistencia a converger con los demás miembros en lo que hace a los productos a liberar y al período de desgravación”, agrega.
La solución, claro, corresponde “como principal economía del bloque” a Brasil, que debe “proponer los cambios de rumbo necesarios para el Mercosur”. El plan es, entonces, promover acuerdos comerciales de “dos velocidades” para los distintos miembros del bloque, algo que ni siquiera debe ser negociado entre Argentina y Brasil ya que, explica la plataforma, ello es compatible con el Tratado de Asunción. En pocas palabras: con Marina presidente, Brasil se cortaría en soledad en las negociaciones internacionales. El objetivo estratégico es, explica, avanzar en la integración con la UE, con la Alianza del Pacífico y con los propios Estados Unidos.
La política internacional ha figurado poco en los debates de los candidatos presidenciales, pero quienes siguen esos temas advierten que si el PT pierde, Brasil podría volver a alinearse con las posturas librecambistas de Washington.
El texto es mucho más que una mera formalidad, ya que recoge el interés del gran empresariado brasileño, cuyo apoyo será ineludible si Marina Silva llega al poder dada la debilidad política y legislativa que inevitablemente tendría la alianza que la sostiene. Asimismo, fue ratificado en público por la propia candidata.
No hay que confundirse con ella; la suya no es una voz improvisada o idealista, ajena a los contactos con el gran empresariado. La coordinadora de su programa económico es Maria Alice Setúbal, nada menos que una de las accionistas y heredera del principal banco privado de Brasil, el Itaú.
“Neca” Setúbal es desde hace tiempo uno de los principales apoyos empresariales de la ambientalista. Según la prensa brasileña, donó el año pasado 1 millón de reales al instituto de Marina, lo que da cuenta del 83% de los recursos del mismo.
Más que actuar como mera portavoz, la banquera inspiró en la candidata un pensamiento económico con el que el sector financiero podría sentirse muy cómodo. No por nada, tras alguna duda y zozobra inicial, cada encuesta que registra un avance de Marina es saludado con fuertes subas en la Bolsa de San Pablo.
Un reciente informe del Citi señaló que el plan económico ortodoxo de Silva beneficiaría a los bancos privados y a empresas contratistas de proyectos de infraestructura, mientras que podría impactar negativamente en algunos segmentos industriales.
La gran industria, sobre todo la paulista, se siente en condiciones de competir en las grandes ligas mundiales. Por eso abandona su viejo reflejo proteccionista y aboga por una amplia apertura comercial. Para ella, el rol de la Argentina, el Mercosur y Sudamérica como mercados protegidos para la consolidación de sus exportaciones ya está cumplido.
Sin embargo, la industria de los estados menos desarrollados, de menor escala, puede sufrir con el giro liberal. Y, con ella, el proyecto Mercosur y la industria argentina.
Algo fuerte y muy profundo puede cambiar para nuestro país. Es hora de prestar atención.

(Nota publicada en Ámbito Financiero).