Por qué el RIGI será la pesada herencia de Javier Milei

El proyecto volcado a favor del Círculo Rojo empresarial formatea a largo plazo y de un modo abusivo la relación entre el gran capital y la sociedad argentina.

El mercado financiero marcó con su festejo el alivio que supuso para el Gobierno la sanción del proyecto Bases en el Senado, hecho que, como contó este medio, dota a Javier Milei de cierto grip sobre el proceso político y de herramientas importantes para llevar adelante su proyecto ultradesregulador y totalmente volcado a favor del Círculo Rojo empresarial.
Esto último supone, en particular a través del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), un modo abusivo de formatear a largo plazo la relación entre el gran capital local e internacional y la sociedad argentina, en la que el primero tendría todo por ganar y la segunda, bastante menos.

Los agentes financieros, que comparten el gusto por el rumbo, ven que el Gobierno que ha hecho suyos los intereses del mercado muestre capacidad de marcar el paso político y señale un sendero de ahorro de recursos e ingreso de divisas duras para pagar deudas. Todo eso surge del proyecto ómnibus XXS, aunque con algunos bemoles que podrían hacerse sostenidos conforme pase un poco más de tiempo. Sin embargo, falta todavía para escuchar esas notas, por lo que el día después marcó una baja generalizada de los tipos de cambio paralelos y una recuperación fuerte de las acciones y los títulos de deuda, con una disminución acusada del crucial riesgo país.

Fuente: Rava Bursátil.

El detalle es que la gente no vive en la nube de colores del mercado financiero.

En todo está el Círculo Rojo

El RIGI experimentó en el Senado cambios respecto de la versión gravemente desequilibrada que había llegado de Diputados. Sin embargo, estos resultaron modestos e insuficientes para que el país no se meta en un esquema que permitiría una extracción intensiva de recursos mineros e hidrocarburíferos, entre otros, a cambio de pocos beneficios para la población.

Recapitulemos brevemente. Contra toda casuística internacional y testimonios de economistas y, off the record, hasta de empresarios, el RIGI establecía una serie de incentivos desmesurados para proyectos de inversión superiores a los 200 millones de dólares. Entre ellos se destacaban garantías de estabilidad tributaria por 30 años, un tope del 25% en el impuesto a las Ganancias, la posibilidad de computar a cuenta de este todo lo que se pague por «impuesto al cheque» y créditos fiscales transferibles para el pago del IVA.

Más relevante aún, las empresas no debían limitarse a ninguna norma de «compre local» y podían importar con arancel cero todo lo que necesitaran para producir, nuevo o usado, desde insumos y partes hasta bienes de capital y uniformes de trabajo.

Lo más saliente: tendrían libre disponibilidad de las divisas generadas por sus exportaciones de modo creciente: 20% el primer año, 40% el segundo y 100% desde el tercero. Dado el tiempo estimado para que un proyecto productivo grande alcance madurez, esto último suponía en la práctica que los proyectos del RIGI no tuvieran ningún requerimiento de liquidación local de divisas, salvo las estrictamente necesarias para abonar los pocos impuestos exigibles o pagar a algún proveedor local ineludible.

Todo eso fue motivo de crítica de parte de la oposición –peronistas que se apartaron de todo diálogo, el radical Martín Lousteau y la larretista Guadalupe Tagliaferri, entre otros– y derivó en algunos cambios cosméticos.

Sabor a nada

El Gobierno la sacó baratísima.

  • Para evitar que grandes capitales desnaturalicen mercados consolidados –como el agropecuario–, acopiando tierras o instalaciones y utilizando la chance de pagar menos impuestos en base a la compra de emprendimientos ya existentes, las actividades invitadas al RIGI se limitaron a una lista acotada: minería; petróleo, gas y otras fuentes de energía; infraestructura; siderurgia; tecnología; industria forestal y turismo.
  • La libre disponibilidad de divisas se modificó para que sea del 20% después de los dos primeros años del proyecto, del 40% a partir de la finalización del tercero y del 100% una vez transcurrido el cuarto.
  • Asimismo, cada emprendimiento deberá vehiculizar a través de proveedores locales un mínimo del 20% del total de su inversión «siempre y cuando la oferta (de los mismos) se encuentre disponible y en condiciones de mercado en cuanto a precio y calidad».

Semejante conjunto de ventajas sobreactuadas es hijo del pésimo historial argentino de cumplimiento de contratos, de sus cambiantes políticas de manejo de divisas –cepos– y de su inestabilidad macroeconómica y regulatoria. También, podría añadirse, de la desmesura de un presidente que, mientras se aprueba tal paquete, se declara víctima de «ataques terroristas» y de un golpe de Estado, bajándole el atractivo al país que gobierna.

Pese a las promesas opositoras de mejorar el RIGI, sobre todo del dúo Lousteau-Tagliaferri, el desenlace de la votación dejó un mal sabor de boca y las reformas mencionadas resultaron marginales.

Por un lado, la libre disponibilidad de divisas fue tocada apenas para una tribuna vacía, cuando es conocido que el sector minero, por ejemplo, se conformaba con la obligación de liquidar en el país el 50% de sus exportaciones.

Además, el desarrollo de cadenas de proveedores locales es otro modo de asegurar que parte de los dólares generados queden en el país, pero se optó por un porcentaje despreciable –el 20%– y encima a través de una redacción errática. Haber vinculado esa proporción a la «inversión» y no a las compras de las compañías es otra forma de diluir su impacto.

Una excepción a lo señalado es la modificación del tope de regalías impuesto por la ley de inversión minera 24.196, que ahora pasa del 3 al 5%, algo usado como moneda de cambio para conseguirle facultades delegadas a Milei y que molestó al sector del que más se espera en términos del nuevo esquema.

En definitiva, primaron el dogmatismo paleolibertario y la mano de estudios jurídicos que nunca debieron ser parte de la redacción, así como la viscosidad de un Congreso en el que hubo falta de idoneidad y responsabilidad, ausencia de patriotismo y, cómo no, sobreabundancia de lobbies, canonjías, ofertas de embajadas y nombramientos en entes que manejan plata grande y pagan muy buenos salarios.

En ese sentido, el modo en que Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández se tiraron por la cabeza la responsabilidad por las presencias en el Senado de los tránsfugas Edgardo Kueider y Carlos Espínola generó en mucha gente un sentimiento muy cercano a la desazón profunda.

De modo esperable, algunos jugadores grandes ya filtran que no dejarán pasar la oportunidad de asegurarse el generoso RIGI por tres décadas.

La inflación y lo que viene

El INDEC anunció que el índice de precios al consumidor (IPC) de mayo fue del 4,2%, el menor en más de dos años. Igualmente, ojo: alimentos arrojó más, 4,8%.

Festejó Luis Toto Caputo, quien puede seguir presentando una escalerita mensual descendente, aunque consultores privados hablan de un cierto amesetamiento de la desinflación en los próximos meses.

Si, como dice el Gobierno, la clave de ese proceso es el superávit fiscal, el ministro de Economía deberá ingeniarse para mantener el equilibrio de caja a pesar de que el Senado rechazara el regreso de Ganancias para los salarios altos y una serie de anticipos a tasa reducida de Bienes Personales, parte de un paquete valuado en 0,4% del PBI. Vaya causalidad: esa cifra, resultante de un sistema que se pretende más injusto –grava a sectores medios y beneficia a los más ricos–, es igual al costo del proyecto a favor de los jubilados votado hace poco en la cámara baja.

Es altamente discutible que Diputados pueda insistir con su redacción original tras el rechazo –no una modificación– del Senado, pero Caputo deberá encontrar modos de cubrir ese agujero presupuestario antes de sentarse con el FMI para pedirle más dinero para abrir el cepo. Esto es así porque en el organismo, que este jueves destrabó un giro pendiente de 800 millones de dólares del programa en vigor, no sobra voluntad para darle el gusto y acceder a un nuevo ciclo grande de endeudamiento.

En busca de los puentes de plata que ofrezcan las divisas necesarias para llegar al mediano plazo en que empiece a fructificar la llegada de inversiones por el RIGI, Milei se humillará al visitar China … en fecha a confirmar. Ese sería el precio por haber refinanciado la liquidación del swap cambiario, con casi 5.000 millones que debían cancelarse este mes y el que viene, plazo que pasará para mediados de 2026. ¿Irá finalmente?

Si eso ocurriera, ¿insistirá en que Xi Jinping es el máximo exponente de un socialismo que «asesinó a 150 millones de seres humanos» o en su decisión de «no negociar nada con comunistas»?

Las convicciones ideológicas del Presidente son de tal catadura que dan ganas de aplaudir cada vez que las vulnera.

(Nota publicada en Letra P).